viernes, 11 de julio de 2008

NUEVAS RUTAS Y VOCACIONES DE LA ECOSOL 2

Nota importante: Publico esta segunda nota sobre el mismo tema, por considerar que se complementan y refuerzan; las elaboré porque por un momento pensé que había perdido el primer texto. nada se pierde con leerlas ambas.

Es innegable que el fenómeno de la Economía Solidaria, tanto en sus formas tradicionales (cooperativas, fondos de empleados y asociaciones mutuales) como en las emergentes formales e informales (asociaciones, grupos de compra en común, ollas comunitarias, corporaciones, natilleras, cadenas, y otras), ha venido ocupando espacios importantes en las dimensiones económicas y sociales del país, tanto en el número de personas que a través de estas organizaciones le apuestan a búsquedas relacionadas con su calidad de vida y felicidad, como en los volúmenes de operaciones económicas que se realizan a través de éstas estructuras; pero quizás lo más significativo, aunque sólo se de en un número limitadas de éstas, es la construcción de tejido social y comunitario que se genera en estas experiencias solidarias, sobre todo cuando su desenvolvimiento está alejado de los vicios engendrados en las formas clásicas de organización de la autogestión y la cooperación.
Otro elemento sobresaliente de la vivencia solidaria del país, sobre todo en la formas emergentes, nacidas en los sectores populares, en grupos de trabajadores y en algunos segmentos de la clase media, es que el acto y el acuerdo solidarios (informales en la mayor parte de casos, y basados en confianzas de barrio, de municipio pequeño, de empresa o de familia), que hacen para intervenir en los procesos económicos relacionados con su economía familiar, se orientan hacia vocaciones y actividades productivas que ha sido abandonadas casi totalmente por las formas tradicionales de la Economía Solidaria, tales como el consumo, la vivienda, el trabajo asociado digno y autónomo y las finanzas solidarias (lo que hoy se hace como actividad financiera "solidaria", por parte de cooperativas y fondos de empleados es un malo y perverso remedo de las finanzas capitalistas).
El significado de esos caminos que hacen los nuevos emprendedores solidarios es variado, y debe ser motivo de preocupación y análisis por parte de quienes actuamos en la ecosol, pues, pienso, que en esas búsquedas de nuevo tipo, en las cuales la solidaridad trabaja como factor productivo de procesos orientados a subsanar falencias en el campo de la soberanía alimentaria, de la vivienda, del financiamiento solidario y de la creación puestos de trabajo cooperativo y solidario.Creo, como lo expresé en un escrito anterior, que la Ecosol tradicional colombiana debe buscar rutas y vocaciones económicas más pertinentes y consecuentes con las economías de los asociados, en función de mejorarlas y desarrollarlas en procura de un superior nivel de calidad de vida; el ejemplo lo están dando esas mujeres y esos hombres que bajo un estatuto comunal de confianza, se están uniendo para saldar deudas sociales que el modelo económico neoliberal ha generado y no quiere responder por ellas; allí, en las ollas comunitarias, las natilleras, las cadenas familiares y de amigos para ahorrar y autoprestarse dinero, en los clubes de mercado o de consumidores, en las asociaciones de productores y comerciantes, en fin, en todas esas experiencias en donde solidaridad y la autogestión se vuelven eficientes para resolver problemas de diversa índole, está mostrándose una nueva manera de pensar y hacer la Economía Solidaria, es decir, allí están las nuevas rutas que se echaron al olvido por parte de las cooperativas y los fondos de empleados, que prefirieron el juego financierista a las finanzas solidarias, el apoyo al consumismo y al consumo individualista al consumo autogestionario y colectivo; que optaron por financiar a los grandes constructores del país, en lugar de financiar la construcción autogestionaria y solidaria; en fin, allí estan los nuevos caminos que conducen a la autonomía, a la construcción sectorial de la ecosol, es decir, un camino que la aleja de la marginalidad y el carácter complementario de las economías capitalistas y de los planes del Estado, en que la sumieron dirigentes y administradores que piensan que lo social es un adjetivo dentro del mundo de la Economía Solidaria, cuando en realidad constituye, con las dimensiones políticas, culturales y económicas.

NUEVAS RUTAS PARA LA ECONOMIA SOLIDARIA

Es innegable que el fenómeno de la Economía Solidaria, tanto en sus formas tradicionales (cooperativas, fondos de empleados y asociaciones mutuales), como las emergentes, formales e informales (la famiempresa, la micro empresa, las natilleras, las asociaciones de productores, las cadenas de ahorro popular, las ollas comunitarias, las compras en común, y otras), han venido ocupando espacios importantes en la vida social y económica del país, no solo por el número de hombres y mujeres vinculados a estas experiencias, sino también por la magnitud de las operaciones que realizan en producción, distribución y consumo de bienes y servicios; pero más allá de esta cifras, existe otro elemento significativo dentro de estas acciones de solidaridad y autogestión, y es el tejido social que se construye cuando un grupo de personas asume por su propia cuenta y riesgo el levantamiento de una actividad económica solidaria y cooperativa; aunque no se da en todas las organizaciones existentes, lo cierto es que, sobre todo en las informales y emergentes, existe y se desarrolla una acción de tejido social, que es una de las evidencias fehacientes del potencial transformador que tiene la Economía Solidaria.
Pero hay todavía hay algo más notable y significativo en esas experiencias, sobre todo en las nuevas expresiones formales y no formales; es evidente que sus vocaciones productivas le están apostando a nuevos negocios, que no son otros que aquellos que fueron olvidados por las cooperativas y los fondos de empleados: las finanzas solidarias, la vivienda, la creación de puestos de trabajo cooperativo digno y el consumo.
Si, esas formas solidarias emergentes, basadas en una confianza comunitaria, o de familia, o de grupo laboral, o de barrio, vereda o pequeño municipio, estan buscando por el camino de la solidaridad, asumir directamente los procesos de comprar los artículos de la canasta familiar, u otros bienes y servicios, de construir vivienda, de crear puestos y espacios de trabajo autogestionario y cooperativo, y ahorrar y autoprestarse; y este camino debe ser considerado como un ejemplo y un referente importante, por las formas tradicionales de la ecosol, hoy embelesadas con el financierismo (forma perversa y dañina de las finanzas capitalistas), con el apoyo al consumo individual que se torna consumismo, con el apoyo a los grandes constructores del país (dejando de lado la posibilidad de apoyar la autogestión para la solución de los problemas de vivienda), y con un trabajo asociado dependiente y marginal, dedicado a sacarle "las castañas del fuego" de la competencia a las empresas privadas de capital y a las estatales.
Considero urgente que quienes estamos comprometidos con la ecosol y su desarrollo, debemos analizar rigurosamente esas formas emergentes, nacidas y desarrolladas en los sectores populares, de trabajadores y de una parte importante de la clase media, pues en éstas se encuentran las nuevas rutas de la Economía Solidaria, esas que conducen de manera contundente a romper con la marginalidad y el carácter complementario que hoy viven, sobre todo las formas tradicionales solidarias, y a emprender la construcción sectorial y a la autonomía, esto es, enrutarse hacia la libertad de actuación dentro de los procesos económicos.